
dimecres, 15 de juny del 2016
Wordle del Alfabeto de Las Lágrimas de Shiva
La teatralización
(Carmen
conduce a Violeta y a Javier a la sala de estar dónde se encuentra Amalia
Bareyo. Amalia se encuentra sentada en una mecedora de un color beis, junto a
la ventada. Hace punto. Amalia es una anciana menuda y enjuta, con cabellos
blancos y recogidos en un moño. Viste toda de negro con unas gafas anticuadas.)
Carmen: (Alza
la voz) Estos chichos, quieren hablar con usted, madre.
Amalia: (Con
voz grave y rota) ¿Sois mis nietos? ¿O bisnietos? Tengo tantos que ya ni me
acuerdo de sus caras…
Carmen: (Mira
a la abuela) No son de la familia, madre. La muchacha es hija de los Obregón,
de los de Villa Candelaria, ¿se acuerda? Quieren preguntarle a usted sobre sus
años mozos. (Hacia Violeta y Javier) Me voy a la cocina. Madre tiene buen rato,
pero está muy mayor y a veces se le va un poco la cabeza, llamadme.
(Carmen
abandona el salón)
Amalia: (habla
con Violeta) Así que tú eres una Obregón, ¿eh?
Violeta: Me
llamo Violeta. (Murmura)
Amalia: ¿Qué dices?
Habla más alto.
Violeta: Digo
que me llamo Violeta Obregón. Él es mi primo Javier
(Amalia mira a
los dos muchachos de manera sospechosa y se dirige a violeta)
Amalia: Bueno,
¿qué queréis?
Violeta: Doña
Ramona, su vecina, me ha contado que usted trabajaba en Villa Candelaria hace
setenta años.
Amalia: Pues
es cierto. Entré a servir en esa casa cuando tenía quince, y allí estuve hasta
que cumplí los veintidós y me casé con el pobre Marcelo, que en paz descanse. ¿Y
qué?
Violeta: Usted
conoció a mi tatarabuelo Teodoro y a sus hijos Ricardo y Beatriz. ¿Cómo eran?
(Doña Amalia
ríe)
Amalia: Don
Teodoro no era buena persona, y su mujer tampoco. Se creían más importantes que
el duque de Alba, pero sólo eran unos ricachones engreídos. A mí me trataban
como si fuera una mierda. Por un sueldo de miseria me tenían trabajando todo el
día como una esclava, y ni siquiera se molestaban en dirigirme una palabra
amable. La mayor alegría de mi vida fue largamente de esa casa.
Violeta: ¿Y
los hijos?
Amalia: (Ríe
entre dientes) El señorito Ricardo era igual que se padre, o peor. La suerte es
que se casó joven y en seguida le perdí de vista. Menudo figurín estaba hecho.
Como dicen mis nietos, era un gilipollas. Eso, un gilipollas.
Javier: ¿Y
Beatriz?
Amalia: (Con
inesperada suavidad) La señorita Beatriz no se parecía en nada a su familia.
Era amable, atenta y muy sencilla. Hablaba mucho conmigo y me hacía
confidencias, era una buena mujer. Ella me gustaba; perece mentira que fuese
una Obregón. Pero supongo que las flores más bonitas crecen en los
estercoleros.
Violeta: Usted
aún estaba en Villa Candelaria cuando Beatriz desapareció, ¿no?
(Amalia asiste)
Amalia: Era su
doncella. También trabajaba en la cocina y limpiaba la casa, pero servir a la
señorita Beatriz me gustaba. Me quedé muy sola cuando se fue.
Javier: ¿Y por
qué se fue?
(Doña Amalia
hace una risa burlona)
Amalia: La
señorita Beatriz no se llevaba bien con su familia; discutía mucho con don
Teodoro y apenas se hablaba con su hermano. Y encima llegó lo de la boda; su
padre quería obligarla a casarse con Sebastián Mendoza. ¡Menudo tipo! Era
insoportable, un pisaverde petulante. La señorita Beatriz la despreciaba, por
eso se largó. E hizo muy bien, qué diantre.
Violeta: ¿Y a dónde
fue? ¿No se lo contó Beatriz?
(Amalia sacude
la cabeza)
Violeta: Pero
usted dijo antes que ella le hacía confidencias, ¿no? Algo tuvo que decirle.
Amalia: Pues
no me contó nada, niña. Se fue y ya está. Eso es todo.
Violeta: ¿Y no
le habló del savanna?
Amalia: ¿Qué?...
Violeta: El Sanvanna, un navío mercante. Su capitán
se llamaba Simón Cienfuegos. Puede que Beatriz se fuera de Santander en eso
barco.
(Amalia se
encoge, se marchita)
Amalia: (Musita)
No sé nada de ningún barco… La señorita se fue hace mucho… Yo era tan joven, y
ahora soy tan vieja…
(Amalia mira a
la ventana y guarda silencio)
Amalia: (desconcertada)
Vosotros no sois mis nietos, ¿verdad?...
(Amalia deja
caer la cabeza, cierra los ojos y se queda muy quieta. Dormida.)
(Violeta
indica con un gesto que se vayan.)
(Javier y
Violeta abandonan la casa de Amalia.)
divendres, 10 de juny del 2016
Mi querido diario
2 de julio de 1969
Hoy he estado todo el
día preparando la maleta. Me marcho a Santander, con mis tíos y mis primas.
Como mi padre vuelve a casa, después de una temporada en el hospital, me tengo
que ir a pasar el verano allí. La verdad es que no tengo muchas ganas de ir, porque
ahí no tengo amigos y en esa casa estaré rodeado de chicas. Creo que será el
peor verano de la historia. Tampoco sé que llevarme, no sé qué haré ni con qué
me podré entretener, así que he decidido llevarme unos cuantos libros.
3 de junio de 1969
No son ni las once de
la mañana que ya estoy de camino a Santander, sentado en el tren, sin poder
hacer nada. Llevo como una media hora intentando leer, pero como no lo consigo,
he pensado que sería una buena idea escribir en mi diario. No paro de pensar en
como serán mis primas, o mis tíos, quién sabe… A la mejor, tampoco es tan mala
idea ir a pasar el verano allí.
Ya son las doce
pasadas y aún no he podido conciliar el sueño. Bien, la verdad es que me
encuentro un poco extraño en esta casa. Aunque lo importante ahora no es la
casa, sino mis primas. Son muy simpáticas, pero no me ha dado tiempo de
conocerlas del todo bien. Se llaman: Rosa, Margarita, Violeta y Azucena.
Violeta tiene mi edad pero no parece que le haya gustado mucho la idea de tener
a su primo todo el verano metido en casa, todavía no he tenido la oportunidad
de hablar con ella.
19 de julio de 1969
Ni si quiera me
acordaba de que me había llevado un diario para escribir mis cosas, he estado
entretenido y raramente me he hecho amigo de Violeta. También he ido varias
veces a la playa con mis primas, últimamente hace mucha calor. Hay una cosa muy
importante, sobre la familia Obregón, que es su historia de hace un montón de
años. Mamá me la contó por encima perro realmente cuando me la contó Violeta
quedé alucinado. Resulta ser que Beatriz, una prima lejana de ella, robó un
collar muy caro. Bien, eso es lo que dicen por aquí. Violeta me ha contado que
realmente no fue así, cuando su futuro marido le regaló el collar, llamado Las
Lágrimas de Shiva, Beatriz se fue así sin más y nunca más supieron de ella.
Estos días hemos estado investigando todo este misterio. Y la verdad estamos deseando
descubrir lo que realmente pasó. El otro día, vi una silueta blanca al lado de
la escalera y pensé que era ella, el fantasma de Beatriz. Creo que acabaremos
sabiendo la verdad, o al menos eso espero.
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